lunes, 31 de diciembre de 2012

Habitantes de Nïlam: Etrios

Joven dama etria tocando la flauta


Los etrios son humanos, repartidos por todo el mapa, que viajan de un lugar a otro narrando antiguos cuentos y leyendas de Nïlam a reyes y aldeanos en forma de canción. Algunas de las canciones han sido transmitidas de generación en generación aunque otros también componen obras propias.
   
La temática de las canciones puede ser muy variada: historias de amor, antiguas guerras y sus héroes, mitología, atreviéndose algunos a cantar canciones de crítica social, siendo esto algo muy arriesgado que puede condenarles a la muerte.

Los etrios suelen ir en parejas, tríos o cuartetos. Uno de ellos canta las canciones y el resto acompaña a la voz con instrumentos como violines, guitarras, arpas, ocarinas, flautines, panderetas o tambores, aunque algunos etrios de mayor condición social pueden contar con instrumentos más complejos como órganos o pianos.

Suelen interpretar sus canciones en las calles de aldeas y ciudades, siendo algunas veces contratados por reyes y señores para animar fiestas privadas.

domingo, 30 de diciembre de 2012

Habitantes de Nïlam: Nïkdros


Se trata de una especie inteligente que habita principalmente en regiones boscosas o selvas como Kijanïm o Trïm. Se agrupan en tribus, todas dominadas por un samahak (chamán). Su apariencia mezcla rasgos felinos y rasgos humanos. Sus torsos y brazos se asemejan a los humanos, mientras que presentan garras en vez de manos y pies. Además, sus orejas se parecen mucho a las de los esmilodones y poseen una cola peluda que les sobresale del cuerpo al final de la espina dorsal. Cuentan también con colmillos de gran tamaño y sus ojos tienen pupilas felinas, siendo normalmente su iris de color amarillo, marrón o negro. Los machos poseen abundante vello en torso, espalda y piernas mientras que las hembras concentran el suyo solo en garras y piernas. Los bebés nïkdros nacen con escaso bello y defensas, es por eso que las madres tienen que arroparlos y cuidarlos hasta que adquieren algo de fortaleza, que suele ser sobre los 3 años de edad.  Sus cabellos suelen ser largos y oscuros en ambos sexos y los suelen adornar con plumas de las aves que cazan y con recogidos o trenzas.


Mapa de Trïm

Los nïkdros habitan en pequeños poblados situados normalmente cerca de un río del que abastecerse de pescado. Sus casas están construidas a base de madera, lodo, hojas y ramas de árbol.  Los tejados suelen ser sencillos, dando a la vivienda una forma cúbica. Tan sólo la casa del samahak será más grande que el resto, teniendo un tejado en forma piramidal y con capacidad para decenas de individuos.

Hablan el idioma nïkdro, carente de escritura, aunque algunas tribus también utilizan el idioma de los humanos. Se dedican principalmente a la agricultura, la caza de animales de la región como arañas velíkanas (arañas del tamaño de un perro), tapires, pudúes y distintos cérvidos . Además capturan aves como las moas para proveerse de plumas y alimento. Son grandes artesanos y sus creaciones (joyas, avalorios, vasijas, jarrones...) son famosas en otras tierras pero los nïkdros son seres de mente cerrada y no suelen relacionarse con otras especies. Para realizar estas tareas y desplazarse se ayudan de los esmilodones, grandes felinos que les acompañan, utilizan como monturas y que se dice que son sus antepasados puesto que comparten muchos rasgos físicos. Además pueden comunicarse con ellos mediante la telequinesis. La leyenda cuenta que Velvil, una völur se enamoró de Änrak, un temido esmilodón que arrasaba junto a su manada ciudades enteras. Velvil acabó seduciendo a Änrak y de su unión se cuenta que nacieron los nïkdros.

Macho nïkdro adulto

Una vez al año se celebra el Sûyuk, festividad en honor a Velvil y Änrak. En ella se realizan bailes y hogueras y se preparan suculentos festines para toda la tribu. Es entonces cuando los varones deben probar su madurez y en la mañana del Sûyuk deben salir a cazar y probar su valor. Tras esto, los varones mayores con hijas en edad madura (considerándose ésta como los 16 o 17 años) elegirán entre los jóvenes nïkdros a los que serán sus futuros yernos y por la noche una vez hechas las elecciones de maridos, se celebra la fiesta. En los meses posteriores se celebrarán las uniones (matrimonios) entre las jóvenes y los jóvenes nïkdros tal y como sus progenitores decidieron.

También celebran otros acontecimientos como la llegada de la primavera, en la que se adornan los poblados con flores y se realizan fiestas con cantos, música y comida.


Durante el verano, los nïkdros macho se dedican a cazar animales y las hembras a recolectar la mayor cantidad de frutos posible para almacenarlos y consumirlos a lo largo del invierno. Con las pieles de los animales cazados, los nïkdros tejen ropas, mantas, armaduras y todo tipo de artesanía. Las armas utilizadas por excelencia son los arcos aunque también son buenos en la creación de lanzas.  Por tradición, siempre deben ser los machos los que salgan a cazar y está muy mal visto que una hembra lo haga, considerándose como una vergüenza para la tribu.


Esmilodón adulto

sábado, 29 de diciembre de 2012

Mitología de Nïlam: Los dioses del Gran Árbol


Cada uno de los seres que habita la tierra de Nïlam concibe el nacimiento del universo del mismo modo, aunque cada una de las razas tiene sus propios dioses, mitos, leyendas y profecías.
La mayoría de humanos de Nïlam rinden culto a los dioses del Gran Árbol.

Representaciones primitivas de Yaperonte (izquierda), Hyperonte (centro) y Cleónida (derecha)
Al principio de todos los tiempos, el universo estaba dividido en tres niveles: el mundo acuático, el mundo terrestre, y el mundo celeste. En la tierra no había nada, tan solo un silencio que lo inundaba todo. Entonces, de forma inesperada, se originó una devastadora tormenta que arrasó toda la superficie terrestre, ocupada toda por árboles y plantas, e incluso dañando los fondos marítimos. La tormenta rugió tan feroz que sus rayos atacaron a la flora, fulminándola casi por completo. Uno de aquellos rayos impactó contra un gran árbol que crecía en lo más alto de un acantilado sobre el mar. El rayo hizo que las raíces de aquel gran árbol se desprendiesen de la tierra, haciéndolo caer acantilado abajo y ahogándolo en el mar. Fue entonces cuando la tormenta amainó y el primer rayo de Sol tras el desastre, fue a iluminar al árbol, cuyas raíces aún sobresalían de las aguas. Fue entonces cuando, al unirse agua, tierra y sol procedente del cielo, surgió de los restos de aquel árbol el primer ser caminante, Hyperonte. Nadie sabe con certeza cual era su aspecto. Algunos cuentan que tenía apariencia humana, otros que era un árbol capaz de hablar y caminar.

Hyperonte surgió del mar y se encontró la superficie destrozada por aquella catastrófica tormenta. Fue entonces cuando aquel ser se dio cuenta de que ni las llamas le quemaban, ni las espinas le pinchaban ni permanecer bajo el agua le ahogaba. Hyperonte era un Dios. El primer Dios que pisó la tierra. Pero tenía claro que él solo no podría restablecer aquella devastación. Entonces fue cuando hizo que de las aguas que le habían dado vida a él, surgiesen seres semejantes que le ayudasen en aquella tarea. De lo que quedaba de aquel árbol fulminado, surgieron 2 dioses más: Yaperonte, representado a menudo como un hombre con cabeza de pez; y Cleónida, representada como una bella mujer de largo y brillante cabello bermellón o simplemente como una estrella.

Representación primitiva de Étnithor

Representación primitiva de Arúdane
Los tres dioses emprendieron las tareas de reconstrucción pero en el 
transcurso de éstas, sucedió algo que lo cambiaría todo. Hyperonte comenzó a sentir algo que no entendía. Cada vez que veía a Cleónida notaba un calor procedente del interior de su cuerpo. Aquella sensación le dejaba paralizado. Podía estar contemplando a Cleónida durante horas. Lo que Hyperonte no sabía es que Cleónida había comenzado a sentirse de igual modo hacía él. Fue el llamado “Primer Verdadero Amor”.  Cuando ambos decidieron confesarse, una fuerza les hizo acercarse tanto el uno al otro que llegó un momento en que no sabían dónde empezaban y acababan sus cuerpos. Se fundieron en uno sólo. De aquella unión, surgieron otros dioses: Étnithor, el dios de la montaña; Arúdane, la diosa de los bosques; Bórnedor, el dios del frío; Sakirina, la diosa del viento;  Frúbiako, el dios de la lluvia; Branna, la diosa del fuego; Órkeyan, el dios del desierto y Sumpiria, la diosa del amor.  


Bórnedor
Éstos a su vez, se casaron entre sí y engendraron los seres que poblarían la tierra: Étnithor contrajo matrimonio con su hermana Arúdane y engendraron a los cérvidos, los cánidos, los felinos, los bóvidos, los équidos y los roedores. Fueron los primeros en unirse y la pareja que más seres engendró. Órkeyan se casó con Sumpiria y engendraron a los reptiles y los insectos terrestres. Sumpiria, que adoraba por encima de todo la belleza, no estaba contenta con los hijos que Órkeyan le había dado porque los consideraba repulsivos y, aunque amaba a su marido con todo su corazón, después de que de su cuerpo surgiesen miles de insectos prometió no volver a engendrar. Frúbiako y Branna se casaron, engendrando a los dragones. Bórnedor se unió a Sakirina y éstos engendraron a las aves y a los insectos voladores. La diosa del viento tenía envidia de su hermana Branna, pues había heredado el cabello brillante y rojizo de su madre mientras que el suyo era totalmente blanco. Es por esto que sedujo a su hermano Frúbiako, el inocente esposo de Branna, y engendraron a los peces y seres submarinos. Su padre los descubrió antes de que Sakirina diera a luz, embarazo que ella misma había atribuido a su esposo, y pensó en castigarlos forzando a Sakirina a abortar. Pero Cleónida convenció a Hyperonte para que no lo hiciese, puesto que los seres que iban a nacer no tenían la culpa del pecado que sus padres habían cometido.


Sakirina
Mientras sus sobrinos poblaban la tierra con los seres que engendraban, Yaperonte se moría de celos pues él también estaba enamorado desde su creación de su hermana Cleónida. Aún así, ayudaba y educaba a sus sobrinos y a los hijos de estos. En concreto, se relacionaba con Frúbiako más que con ninguno de sus otros sobrinos. Le llevaba a pasear por las playas y le hablaba de lo hermosos que eran los mares. Cuando Sakirina intentó seducir por primera vez a Frúbiako, él se negó, pero fue Yaperonte el que le animó a cometer la infidelidad.




Frúbiako
En secreto, Yaperonte planeaba envenenar a su hermano Hyperonte e intentaba convencer a su sobrino Frúbiako para que le ayudase a hacerlo. Un día, durante la cena, Yaperonte entregó en secreto el veneno a Frúbiako, que se sentaba al lado de su padre, para que lo vertiese en su copa. Más en el momento en que Hyperonte iba a beber, el propio Frúbiako gritó que no lo hiciese y confesó lo que su tío planeaba. Fue entonces cuando Hyperonte desterró a su hermano a las profundidades del mar, con los seres que Frúbiako y Sakirina habían engendrado. Entonces el odio de Yaperonte hacia su hermano creció y deseaba más que nada la venganza, aunque no sabía como llevarla a cabo.



Branna
Un día, Sumpiria salió a pasear sola por la playa, llena de tristeza por no poder engendrar seres bellos como los que habían engendrado sus hermanos. Cuando se acercó a la orilla, Yaperonte aprovechó la oportunidad para vengarse y secuestró a Sumpiria, llevándosela a las profundidades del mar y forzándola, quedando ésta embarazada. Sumpiria consiguió escapar de la ciudad subterránea que su tío había fundado y llegó a la casa de los dioses, contando a su familia lo que había sucedido. Todos los dioses enfurecieron y emprendieron camino para matar a Yaperonte. Cleónida y Sumpiria permanecieron en la casa de los dioses por el avanzado estado de gestación de Sumpiria. Yaperonte intentó huír de sus familiares en una recóndita montaña pero éstos acudieron con ejércitos de los seres que habían engendrado. Aquella fue la “Primera Guerra”. Yaperonte era uno de los 3 primeros dioses y por lo tanto era mucho más fuerte que sus sobrinos, pero tras el ataque de los ejércitos, quedó malherido. Fue entonces cuando Étnithor acometió contra su tío, más en un rápido movimiento escapó de su sobrino y, con saña, atacó a la esposa de Étnithor, Arúdane, rompiéndole el cuello, cayendo muerta a los pies de su esposo y quedando éste paralizado junto al cadáver de su amada. El resto de sus sobrinos emprendieron un nuevo ataque contra Yaperonte, dejándole prácticamente con su último aliento. Más era decisión de Hyperonte acabar con la vida de su traicionero hermano. Procedió entonces a separarle la cabeza del cuerpo con su hacha de oro y ordenando a su hija Branna que prendiese fuego a los restos.
Sumpiria

Mientras la guerra contra Yaperonte se llevaba a cabo, en la Casa de los Dioses,  Sumpiria se puso de parto. Mientras su madre le hacía de matrona, Sumpiria suplicaba que aquello que estaba por nacer naciese muerto o que fuese ella misma la que muriera en el parto, pues temía que lo que había engendrado fuese como lo de sus dos primeros partos. Más no fueron ni insectos ni reptiles lo que salió de su vientre, sino dos hermosos mellizos humanos, niño y niña. Sumpiria al ver a sus hijos, no pudo sentirse más feliz.

Órkeyan

Cuando Hyperonte y sus hijos regresaron a la Casa de los Dioses, quedaron sorprendidos ante la alegría de Sumpiria. Hyperonte estaba decidido a matar a los niños humanos pero al ver después de tanto tiempo la sonrisa de su hermosa hija, decidió dejarlos vivir pero con la condición de abandonar el mundo terrestre una vez que los niños pudiesen valerse por sí solos. Y así fue, Sumpiria crió a sus hijos y les enseñó a mantenerse. Les enseñó a plantar y recoger los frutos de la tierra, pero también les enseñó a cazar y pescar, lo que la enemistó con sus hermanos. Cuando los niños alcanzaron la edad de 17 años, Hyperonte cumplió su palabra. Él y el resto de su familia trasladaron la Casa de los Dioses al mundo celeste, abandonando a su suerte a los humanos y el resto de criaturas.

Aún así, desde los cielos, Hyperonte y el resto de dioses vigilaban lo que acontecía en la tierra. Étnithor observaba con desprecio como los humanos se iban extendiendo por la tierra a lo largo de los años, matando a los seres que él y su difunta esposa habían engendrado. Más un día, mientras observaba, encontró a una humana cuyo rostro le dejó fascinado, pues era exacto al de Arúdane. En secreto, Étnithor comenzó a visitar a la humana, llamada Târil, bajando al mundo terrestre en forma humana. Al principio Târil, joven humana dedicada a la cría de ganado, no prestaba atención a Étnithor y le rechazaba una y otra vez. Pero al final, Târil se dio cuenta de que Étnithor estaba realmente enamorado de ella y de que el sentimiento era correspondido. De su unión, nacieron las Völur, semidiosas con habilidades mágicas. Hyperonte vio en ellas una forma de estar presente en el mundo terrestre y les otorgó también la habilidad de comunicarse con los dioses y les encargó la tarea de velar por el bien de la tierra. Algunas Völur se unieron con humanos y de este modo nacieron las brujas y los magos.

Así fue como empezó la vida tal y como se conoce hoy en día en las tierras de Nïlam. Otros muchos seres fueron creados a lo largo de la historia, pero sin intervención divina. Pero eso ya, es otra historia…